1ª Carta de Juan: Contexto

Shalom javerim, vamos a dedicarle unos articulos a esta preciosa carta del apóstol, ya que entendemos que es una de las mas fundamentales por su contenido y por la claridad con la que se expresan los temas.
Esta carta podríamos considerarla como un resumen de toda la escritura, abarca aspectos como el amor al prójimo, los mandamientos, el anticristo, la deidad, etc. Dada la contundencia y la importancia que tienen sus expresiones y afirmaciones a nivel práctico sobretodo, la consideramos de vital importancia para los tiempos en los que vivimos.

Título.
En los manuscritos griegos más antiguos el título de esta epístola es sencillamente Ioánnou A, literalmente: «De Juan, I»; es decir, la primera (epístola) de Juan. No se sabe si ésta fue la primera epístola que Juan escribió, pero sí es la primera de las que han sido conservadas. En hebreo se leería: ליוחנן א (de/por Yojanán 1)

Autor.
Juan no se identifica en ninguna de las epístolas del NT que se le atribuyen; sin embargo hay una similitud tan grande entre la primera epístola y el Evangelio de Juan, que la mayoría de los eruditos aceptan que el autor de ambos es el mismo. Si aceptamos que el cuarto Evangelio fue escrito por el discípulo amado (Juan 21:20-24), identificado como el apóstol Juan, uno de los hijos de Zebedeo, tenemos razones válidas para afirmar que también es el autor de la primera epístola que lleva el nombre de Juan. Una relación similar une la primera epístola con la segunda, y la segunda con la tercera. Algunas de las similitudes notables entre esta epístola y el Evangelio, son las siguientes:


La Epístola
«Para que vuestro gozo sea cumplido» (1: 4).
Abogado [paracleto] tenemos» (2: 1).
«Sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos» (2: 3).
«Os escribo un mandamiento nuevo» (2: 8).
«La luz verdadera ya alumbra» (2: 8).
«No sabe a dónde va» (2: 11).
«Permanece para siempre» (2: 17).
«Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre» (2: 23).
«La unción misma os enseña todas las cosas»(2: 27)
«Que nos amemos unos a otros» (3: 11).
«Hemos pasado de muerte a vida» (3: 14).
«Hacemos las cosas que son agradables delante de él» (3: 22).
«El espíritu de verdad» (4: 6).
«Dios envió a su Hijo unigénito» (4: 9).
«Esta vida está en su Hijo» (5: 11).

El Evangelio
«Para que vuestro gozo sea cumplido» (16: 24).
«Os dará otro Consolador [paracleto]» (14: 16).
«Si me amáis, guardad mis mandamientos» (14: 15)
«Un mandamiento nuevo os doy» (13: 34).
«Aquella luz verdadera, que alumbra» (1: 9).
«No sabe a dónde va» (12: 35).
«Queda para siempre» (8: 35).
«El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece» (15: 23).
«El os enseñará todas las cosas» (14: 26). 642
«Que nos amemos unos a otros» (3: 11)
«Hemos pasado de muerte a vida» (3: 14).
«Hacemos las cosas que son agradables delante de Dios» (3: 22)
«El Espíritu de verdad» (4: 6).
«Dios envió a su Hijo unigénito» (4: 9)
«Esta vida está en su Hijo» (5: 11)
«Que os améis unos a otros» (15: 12).
«Ha pasado de muerte a vida» (5: 24)
«Yo hago siempre lo que le agrada» (8: 29)
«El espíritu de verdad» (14:17)
«Ha dado a su Hijo unigénito» (3:16)
«En él estaba la vida» (1: 4).

Los paralelismos del lenguaje y la sintaxis del texto griego con frecuencia son más impresionantes que en nuestro idioma; pero la lista que se ha presentado da un buen ejemplo de dichas similitudes.

Hay un gran parecido en estilo, vocabulario, sintaxis, uso de preposiciones, construcción gramatical y diversas antítesis como tinieblas y luz, muerte y vida, odio y amor, que son típicamente características de Juan. La diferencia en propósito y dimensión de los dos libros admite una gran divergencia, pero el tema de ambos es tan similar, que la epístola podría servir como un resumen de los temas sobresalientes del Evangelio.

Marco histórico

En la epístola no hay ninguna referencia específica al autor, a las personas a las cuales fue dirigida la carta, al lugar desde el cual fue escrita, o al tiempo cuando se escribió, por lo tanto, las conclusiones relativas a su marco histórico tienen que deducirse de la evidencia interna.

Pero lo que sí es claro es que la epístola fue escrita por un anciano al que le parecía apropiado dirigirse a sus conversos como a «hijitos», (cap. 2:1, 12, 18, 28; 3:7, 18; 4:4; 5:21). No se dice a quiénes se dirigió la carta, pero es obvio que fue enviada a un grupo conocido de cristianos con los cuales tenía trato personal el reverenciado autor. Todavía no se ha presentado ninguna razón concluyente para rechazar la tradición, ampliamente aceptada, de que Juan la escribió en su ancianidad para los creyentes de Efeso, o de Asia Menor, donde él había ejercido su ministerio. La fecha cuando se escribió podría ubicarse entre el año 90 y el 95 d. C.

Hay evidencias de que la epístola existía a comienzos del siglo II. Policarpo, que tiene fama de haber conocido personalmente a varios de los apóstoles, emplea palabras que se parecen marcho a 1 Juan 4:3 (Epístola de, Policarpo a los filipenses VII , c. 115 d. C.); y Eusebio afirma: «Entre los escritos de Juan, además del Evangelio, es admitida sin controversia alguna su primera epístola, tanto por los más recientes cuanto por todos los antiguos» (Historia eclesiástica III. 24 [Buenos Aires: Editorial Nova], p. 131). Ireneo (c. 200
d. C.) identifica varios versículos que cita como procedentes de la primera y la segunda epístolas de Juan (Ireneo, Contra herejías III. 16. 5, 8); y el Fragmento Muratoriano (c. 170 d. C.) no sólo incluye en su canon la primera epístola y la segunda, sino que las atribuye al apóstol Juan. Por lo tanto, es evidente que la primera epístola fue reconocida como legítima desde muy antiguo y su lugar en el canon está firmemente afianzado.

La herejía básica contra la cual lucha Juan ha sido identificada como una especie de protognosticismo, que enseñaba un conocimiento (gnosis) falso . Por el énfasis que se le da en la epístola, parece que la oposición provenía de dos principales formas de gnosticismo: el docetismo y la enseñanza de Cerinto. La herejía de ambos se refería a la naturaleza de Mashiaj. El docetismo negaba la realidad de la encarnación y enseñaba que Mashiaj tenía un cuerpo humano sólo en apariencia. La segunda herejía se originó en Cerinto, uno de los contemporáneos de Juan, quien se educó en Egipto y luego enseñó en el Asia Menor y propagó enseñanzas judaizantes. Cerinto enseñaba que Jesús había nacido en forma natural de José y María, y Mashiaj entró en el cuerpo de Jesús en ocasión de su bautismo, pero que se retiró o salió antes de la crucifixión . Los originadores y paladines de esas herejías son gráficamente descritos por Juan como «anticristos» (cap. 2:18,
22; 4:3) y «falsos profetas» (cap. 4: 1). Para combatir esos errores, Juan destaca la realidad de la naturaleza divina y visible de Mashiaj durante la encarnación (cap. 1: 1-3), que el Salvador vino en la carne (cap. 4:2) y que los creyentes pueden disfrutar de ese verdadero conocimiento (cap. 5:20) como opuesto a la falsa gnosis.

La idea básica de todo el pensamiento gnóstico era que sólo es bueno el espíritu, y la materia es esencialmente mala. Los gnósticos, por tanto, despreciaban olímpicamente el mundo, puesto que era materia. Y particularmente despreciaban el cuerpo, que, por ser material, era esencialmente malo. El espíritu del hombre estaba prisionero en este cuerpo. El espíritu era una simiente de Dios, que era totalmente buena. Así que la finalidad de la vida debía ser liberar esta semilla celestial prisionera en el cuerpo malo. Esto no se podía hacer más que por medio de un conocimiento secreto y un ritual elaborado que solamente los verdaderos gnós­ticos podían comunicar. Aquí había una tendencia de pensamiento que estaba enraizada inextricablemente en el pensamiento griego —y que no ha dejado nunca de existir.

Los gnósticos se veían como la élite espiritual y los únicos que tenían verdadero conocimiento espiritual, despreciaban a los no iluminados que carecían de tal conocimiento. Los gnósticos eran arrogantes, perversos y carentes de amor, frente a la influencia de estos es que Juan escribe en esta epístola principalmente. Cabe destacar que estas ideas han permanecido hasta nuestros días en muchas sectas ocultistas, la masonería , la cabalá y otras filosofías que además han permeado en la sociedad en general y en muchas religiones (como el Judaísmo o el Islam) .

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